Por Marcelo Gotelli

La primavera es un período de florecimiento y nacimiento exuberante que puede contrastar con un “despertar” no sincrónico por parte de las personas. Esta desincronización de lo exterior con lo interior (discronobiología) es la base de muchas patologías de salud mental. Sumado a eso, el cambio de estación a primavera presenta mayor inestabilidad en el ambiente y eso puede producir mayor inestabilidad también en nuestro interior (por ejemplo, el cambio del clima, el cambio en la luminosidad, y además se agrega el cambio horario, entre otros).

Un entorno primaveral que cambia rápidamente no siempre va seguido de un cambio sintónico de nuestro organismo y nuestra vida interna. Esta diferencia puede generar mucho estrés. Una persona puede estar deprimida en invierno y de pronto llega la primavera con muchos cambios de colores, movimiento, vida intensa, pajaritos, amor, etc., lo que puede contrastar muchísimo con una vida psíquica interna apagada, deprimida o desesperanzada que una persona puede estar viviendo. Esta brecha entre lo que se vive interiormente y lo que ocurre fuera, puede aumentar la desesperanza si la persona está con pensamientos negativos.

Los estudiantes universitarios no se comportan de una manera diferente a la población general en relación con los cambios de estación. En este grupo y su salud mental, más bien el énfasis estaría en otras variables. Dentro de las más conocidas como factores de estrés están las exigencias académicas y socioeconómicas, la distancia de sus familiares, adaptarse a la autogestión de sus responsabilidades, las exigencias de socialización y momentos de grandes cambios en sus vidas.

El periodo universitario es muchas veces un periodo de cambios, oportunidades y proyecciones para encaminarse en la vida, y también un espacio para salir de situaciones adversas. Por lo tanto, es un periodo de contrastes: Por una parte, la esperanza depositada en las expectativas de proyección y sueños personales, y por otra, las frustraciones que se van enfrentando en este camino de maduración personal. Por estos factores, muchas veces asociados al consumo de drogas y alcohol, es fundamental que la sociedad universitaria acoja genere espacios para poder pedir apoyo en el caso de que un estudiante esté presentando dificultades.

Afortunadamente y basadas en la evidencia, las universidades han desplegado estrategias de acompañamiento más allá de los contenidos de cada carrera. Se han desarrollado mejores unidades de apoyo al aprendizaje y social, además de centros de salud universitaria que contemplan evaluaciones integrales, espacios de apoyo psicológico y médico, además de fortalecer espacios y actividades sociales de esparcimiento y de actividad física. Esto junto con la idea de hacer comunidad, permite que los estudiantes se desarrollen en diferentes áreas de interés para hacer una vida más variada y sana de actividades durante el proceso de aprendizaje.

Las mejores estrategias de prevención y promoción en salud mental contemplan la promoción sobre las formas de autocuidado, de autorregulación emocional y desarrollo de habilidades sociales para estar preparados para una vida adulta e independiente de forma integral. Las universidades del presente deben optar por este tipo de mirada y así lo han entendido las autoridades. Una buena noticia es que el Ministerio de Educación está incorporando cada vez más recursos y directrices en esta área.

Durante varios años, por iniciativa del Dr. Tomas Baader junto a la Alianza Chilena Contra la Depresión, hemos realizado encuestas de seguimiento en variables de salud mental en la Universidad Austral en Chile. En este seguimiento hemos encontrado altos indicadores de depresión, ansiedad y estrés, pero también hemos visto que el solo hecho de que los alumnos respondan las encuestas y reciban algunas directrices de cuidado, ha despertado en ellos la idea de generar cambios como la inclusión de algún deporte, la búsqueda de ayuda, conversar las dificultades con amigos o iniciar actividades de autocuidado como yoga o mindfulness.

Cabe destacar que la UACh ha sido reconocida a nivel nacional por este tipo de iniciativas y recientemente se ha adjudicado un proyecto 270 millones de pesos con fondos del Mineduc para potenciar mayormente esta área, con lo que esperamos continuar contribuyendo con la salud de la comunidad universitaria.

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