Habiendo comenzado un nuevo año escolar en Chile este mes de marzo, es necesario recordar a la opinión pública la importancia de la salud mental en los y las estudiantes de nuestro país. Si nos hacemos cargo de la salud emocional de los niños de nuestro país hoy, podremos desarrollar una sana convivencia escolar y prevenir futuros casos de violencia o de bullying.
Los efectos de la postpandemia aún proyectan sus secuelas en muchas escuelas, los casos han sido registrados por distintos canales de TV y abordados por expertos multidisciplinarios de todo el espectro político. Es sabido que la falta de socialización de los niños, niñas y adolescentes con sus pares ha dado lugar tristemente a comportamientos disruptivos y violentos. Es más, según la Organización Mundial (2021) de la Salud más de 1 de cada 7 adolescentes uno de cada siete jóvenes en el mundo sufre trastornos mentales y en Chile, el 53% de los adolescentes padece uno o más problemas de SM (Crockett & Martinez, 2023); ¿Qué debemos mirar? ¿Cómo podemos acompañar? Sin duda que las opciones de solución para atender este tema son muchas, y debemos encontrar un consenso como país para definir las mejores estrategias de manera responsable y efectiva.
Es por ello que es crucial el desarrollo de habilidades socioemocionales y de convivencia dentro del aula, con acciones simples y cotidianas como practicar maneras de levantar la mano y pedir la palabra, o estableciendo en grupo los acuerdos de convivencia en la sala, donde sea la comunidad escolar la que despliegue y sostenga ambientes seguros que involucren a docentes, junto a padres y tutores. Otro elemento que puede aportar a la prevención de casos de violencia o de bullying en los colegios es promover la resolución pacífica de los conflictos, estableciendo límites que motiven la resolución de un problema entre estudiantes, donde prime el diálogo, la negociación y el respeto mutuo.
La comprensión del fenómeno de la violencia en el contexto escolar nos permite poder diseñar acciones preventivas para evitarlas y abordar las eventuales situaciones que puedan producirse. Es importante conocer los reglamentos existentes en los colegios y promover la concientización a través de campañas de sensibilización para la comunidad, sin olvidar que debe existir un espacio seguro de apoyo a las víctimas, donde vuelvan a sentirse queridas y protegidas por su entorno.
La promoción de la salud mental y el desarrollo de habilidades socioemocionales en la niñez son temas de alta relevancia para la formación de las nuevas generaciones en Chile. Así lo prioriza el MINEDUC en sus ejes de Convivencia y Salud Mental, destacando la importancia de trabajar en la prevención y promoción de un entorno saludable en las comunidades escolares.
No obstante, si los problemas vinculados a la ausencia de una educación socioemocional no son abordados a tiempo, con un enfoque interdisciplinario, con una sólida coordinación intersectorial y articulada entre el Estado y la sociedad civil, corremos el riesgo de seguir perpetuando una emergencia en salud mental la cual, según cifras de la Defensoría de la Niñez, tiene a nuestro país con 4 de cada 10 adolescentes esperando recibir una atención en salud mental.
Pero no todo está perdido, el desarrollo de habilidades emocionales es una poderosa estrategia de prevención y apoyo en la disminución de conflictos en la sala de clases, aumentando la autopercepción positiva de los estudiantes, su rendimiento académico y disminuyendo los problemas vinculados a la angustia emocional. Cuando promovemos un aprendizaje integral basado en el desarrollo de este tipo de habilidades, los niños y niñas no solo tienen una mejor calidad de vida, sino que en el futuro serán adultos capaces de lograr que nuestro país sea un mejor lugar para vivir.
Otro futuro está siendo posible, pero para ello debemos comenzar ahora con los niños y niñas de Chile.
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