La dramática contaminación de plástico en los arrecifes (02:32)
Investigadores de la Universidad de California en San Diego, han estudiado durante muchos años las enfermedades tropicales desatendidas, como las infecciones parasitarias crónicas que afectan principalmente a comunidades pobres provenientes de países en desarrollo.
Señalan que les llama “descuidados” porque hay pocos incentivos económicos para que las compañías farmacéuticas desarrollen terapias para ellos.
Una de estas enfermedades, es Changas, que es la principal causa de insuficiencia cardiaca en América Latina, la cual se transmite por “chinches” portadoras del parásito Trypanosoma Cruzi.
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Estos parásitos producen una enzima llamada cruzaína, la cual ayuda a replicarse y evadir el sistema inmunológico humano.
Luego que la pandemia comenzó a esparcirse en varios países, los investigadores informaron rápidamente que el SARS-CoV-2 no puede acoplarse e infectar células humanas a menos que la enzima catepsina L se junte con la proteína pico del virus.
Para el equipo da la casualidad que la Catepsina L se parece y actúa igual que una crizína.
Los investigadores señalan que las bajas concentraciones de K777 inhiben a la catepsina L, por lo que puede reducir la capacidad del SARS-CoV-2 para infectar las células del huésped.
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“Dado que K777 inhibe una enzima humana, no el virus en sí, esperamos que sea menos probable que el virus desarrolle resistencia“, señaló James McKerrow, co-autor principal del estudio, de la Universidad A&M.
Estudiaron el riñón de un mono verde africano y descubrieron que la gran “eficacia de K777 para bloquear la infección viral en el laboratorio”.
Un estudio paralelo planea comenzar un ensayo clínico de fase II con pacientes COVID-19, para demostrar la eficacia de K777. La empresa Selva Therapeutics, consiguió la licencia y descubrió en una terapia experimental que puede prevenir el daño pulmonar causado en animales con COVID-19.
La investigación fue publicada en la revista ACS Chemical Biology.
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