Trabajando con peces, aves y ratones, investigadores del Universidad Medicinal Johns Hopkins (Estados Unidos) reportaron nueva evidencia de que la habilidad de regenerar neuronas también está presente en mamíferos, pero es una característica inactiva.
Específicamente, los investigadores descubrieron que algunas vías genéticas que permiten a muchos peces (además de otros animales de sangre fría) reparar las células especializadas del ojo luego de una herida siguen presentes, pero desactivadas -en los mamíferos- lo que previene una “mejora natural”.
Una descripción del estudio, publicada en Science, explica mejor cómo los genes que controlan la regeneración se conservan a lo largo de las especies, y también de cómo funcionan.
El hallazgo podría ayudar a los científicos a desarrollar muchas formas de “cultivar” células que se pierden por culpa de la ceguera hereditaria u otras enfermedades neurodegenerativas.
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“Nuestra investigación indica que el potencial de regeneración existe en los mamíferos, incluso en los humanos, pero alguna presión evolutiva lo ha desactivado”, aseguró Seth Blackshaw, profesor de neurociencia de la Escuela de Medicina de John Hopkins y autor del texto, en una publicación oficial.
“De hecho, la regeneración parece contar un estatus de ‘por defecto’, y la pérdida de la capacidad ocurrió en múltiples puntos del árbol evolutivo”, agregó.
Para el estudio, el equipo de Blackshaw se enfocó en las células de apoyo de la parte posterior del globo ocular. En los peces cebra, quienes conforman un modelo estándar de laboratorio cuyo genoma ha sido bien definido, estas células – conocidas como Müller glia – responden y reparan la retina sensible a la luz, produciendo nuevas neuronas.
En el estudio, los investigadores produjeron heridas retinales en peces cebra, ratas y gallinas. Luego usaron poderosos telescopios y herramientas de mapeo genético para ver cómo las células Müller glia respondían.
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Descubrieron que en las tres especies estas unidades de apoyo respondieron de la misma forma: entrando en un “estado activo”, caracterizado por la activación de genes específicos que controlan la inflamación, además de activar el sistema inmune para combatir bacterias o suturar tejidos rotos.
Sin embargo, en los peces cebra la activación permitió la construcción de neuronas nuevas que reemplazaron a las dañadas, mientras que en ratas y gallinas no. Los expertos esperan que el descubrimiento pueda ayudar al desarrollo de nuevos tratamientos contra la ceguera genética o heridas oculares.
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