La Organización Mundial de la Salud (OMS), define la adolescencia como la etapa que transcurre entre los 10 y 19 años. Es un período especial del desarrollo y en la vida de cada ser humano. Es una fase de transición entre la infancia para culminar en la adultez.
La rebeldía y la búsqueda de una identidad son elementos que condicionan esta etapa, pero cuando las y los adolescentes no parecen escuchar a su padres o tutores, no es simplemente que no quieran realizar sus labores o limpiar su cuarto, también es porque sus cerebros no están registrando su voz como lo hacían antes de esta etapa.
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Alrededor de los 13 años, los cerebros de los niños ya no encuentran las voces de sus madres gratificantes y se sintonizan más con voces desconocidas, asegura un estudio desarrollado por investigadores de la Escuela de Medicina de Stanford.
La investigación, publicada en Journal of Neuroscience, usó escáneres cerebrales de resonancia magnética para dar la primera explicación neurobiológica a este fenómeno y se basó en un estudio anterior, agregando información de adolescentes de 13 a 16,5 años de edad.
Todos los participantes tenían un coeficiente intelectual de al menos 80 y estaban siendo criados por sus madres biológicas. “Como adolescente, no sabes que estás haciendo esto. Estás siendo tú mismo: tienes amigos y nuevos compañeros y quieres pasar tiempo con ellos. Tu mente es cada vez más sensible y atraída por estas voces desconocidas”, dijo Daniel Abrams, profesor clínico asociado de psiquiatría y autor principal en un comunicado.
Los cerebros de los adolescentes son más receptivos “a todas las voces”, incluida la de sus madres, que los cerebros de los niños menores de 12 años. Para los expertos, el cambio del cerebro hacia nuevas voces es un aspecto de la maduración saludable.
Las interacciones sociales de los niños experimentan una gran transformación durante la adolescencia. “Nuestros hallazgos demuestran que este proceso tiene sus raíces en cambios neurobiológicos”, señaló Abrams.
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“Esta es una señal que ayuda a los adolescentes a relacionarse con el mundo y formar conexiones que les permitan ser socialmente hábiles fuera de sus familias”, agregaron los autores del estudio Vinod Menon, Dr. Rachael L. y Walter F. Nichols.
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