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Debido a los prolongados encierros producto de la pandemia de COVID-19, los problemas de salud mental han tomado más protagonismo evidenciando que afectan a un gran porcentaje de la población mundial.
Si bien varios estudios han demostrado que las implementaciones de confinamiento obligatorio han aumentado el estrés llegando a impactar la calidad del sueño, un nuevo estudio explica que el cambio estacional también influye en la angustia mental de una persona.
Los expertos de la Universidad Estatal de Nueva York, en Estados Unidos, dicen que la época de verano está asociada con una mejor calidad en la dieta y una mayor frecuencia de actividades físicos, estos dan como resultado a un mejor estado anímico, en comparación a la época otoñal.
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“Esto es importante para la era posterior al COVID, a medida que nos acercamos a la temporada de verano”, explicó Lina Begdache, co-autora del estudio, publicado en la revista Journal of Affective Disorders Reports, y profesora de salud y bienestar en la Universidad de Binghamton.
Para llegar a esta conclusión, el equipo siguió a un grupo de voluntarios de diferentes edades durante cuatro semanas en otoño y cuatro en verano, por un periodo de dos años, tiempo en el que recopilaron datos de:
- Calidad de sueño
- Dieta
- Ejercicio
- Bienestar general
- Angustia mental
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De esta manera, descubrieron que los cambios estacionales sí alteran el bienestar mental de las personas, ya que en la época de verano poseen una buena calidad alimentaria y se mantienen más activos físicamente, en comparación con el otoño, cuando su angustia mental ha tendido a ser mucho mayor.
“Es fundamental reconocer las relaciones dinámicas entre estos factores de estilo de vida y la angustia mental para proporcionar el trabajo de base necesario para que los nutricionistas y los profesionales de la salud mejoren los enfoques profilácticos y terapéuticos”, dijo Begdache.
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