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Las vacunas utilizadas para combatir la pandemia por SARS-CoV-2 son de aplicación intramuscular, mediante una inyección en el brazo. Hay estudios que están probando nuevas tecnologías para producir una versión en polvo, pero todas apuntan a la protección ante un contagio por este mortal virus.
En un nuevo esfuerzo de producir diferentes formas de inocular a toda la población del mundo, un equipo de científicos de la Universidad de Alabama, en Estados Unidos, comprobaron que administrar la vacuna AstraZeneca vía intranasal entrega mejores resultados que inyectarla en el brazo.
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En pruebas con monos y hámsters infectados con COVID-19, el equipo les administró la vacuna AstraZeneca vía intranasal y los resultados evidenciaron una disminución en las cargas virales.
Esta innovadora técnica tiene mucho más sentido en cuanto a la propagación, ya que el COVID-19 es una enfermedad que se mueve entre la nariz, la garganta y los pulmones, por lo que las partículas de aerosoles liberadas por una persona infectada no produce una propagación del virus.
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El equipo apunta a sea administrada como una forma de refuerzo a las inyecciones en el brazo, para duplicar la protección. Sin embargo, estudios previos han demostrado que las vacunas administradas por vía intranasal provocan una inmunidad durante un período más corto, en comparación a una inoculación en el brazo.
El estudio completo fue publicado en la revista Science Translational Medicine.
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