En la búsqueda continua por encontrar soluciones efectivas para combatir a obesidad, los medicamentos como tirzepatida y semaglutida han surgido como prometedores aliados. Sin embargo, un nuevo análisis plantea interrogantes sobre la efectividad a largo plazo de estos tratamientos, destacando las complejidades inherentes a la gestión del peso corporal.
Estos medicamentos, comercializados bajo nombres como Zepbound, Mounjaro, Wegovy y Ozempic, pertenecen a una clase que imita hormonas para reducir la sensación de hambre. Si bien han demostrado ser efectivos en la pérdida de peso para la mayoría de los usuarios, surge una pregunta crucial: ¿qué sucede una vez que se suspende su uso?
Según investigaciones recientes, analizadas por Natasha Yates, experta de la Universidad de Bond a través de The Conversation, dejar de tomar tirzepatida o semaglutida conlleva la recuperación del peso en la mayoría de los casos. Este fenómeno, conocido como el “efecto rebote”, plantea dudas sobre la verdadera utilidad de estos medicamentos como solución a largo plazo para la obesidad.
Expertos comparan este tratamiento con la hipertensión, señalando que, al igual que los medicamentos para la presión arterial alta, el tratamiento para la obesidad puede requerir un compromiso a largo plazo. Sin embargo, a pesar de su eficacia mientras se toman, estos medicamentos no abordan las causas subyacentes del aumento de peso, lo que hace que la pérdida de peso sea insostenible una vez suspendido el tratamiento.
El análisis destaca que la interrupción de la medicación puede conducir a un aumento del hambre, niveles elevados de azúcar en la sangre y la recuperación de los niveles anteriores de presión arterial y colesterol. Además, la pérdida de peso durante el tratamiento tiende a ser acompañada por una pérdida proporcionalmente menor de músculo esquelético en comparación con la grasa, lo que puede empeorar el problema al suspender la medicación.
Además de los desafíos fisiológicos, el costo y la disponibilidad limitada de estos medicamentos también representan barreras significativas para su uso continuo. Los efectos secundarios y las preocupaciones financieras son citados como razones comunes para interrumpir el tratamiento.
Ante este panorama, los expertos enfatizan la necesidad de un enfoque integral para abordar la obesidad, que incluya hábitos de vida saludables, ejercicio regular, y atención a los aspectos emocionales y culturales relacionados con la alimentación y la imagen corporal. Además, se recomienda una comunicación abierta y regular con el médico tratante para evaluar el progreso y ajustar el enfoque según sea necesario.
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