¿Es bueno hacer abdominales o consumir quemadores de grasas todos los días? La ciencia responde esta pregunta

Los anuncios que prometen una solución rápida para la pérdida de grasa en áreas específicas del cuerpo, como el abdomen, son una vista común en las redes sociales.

Estos anuncios promueven la idea de la “reducción de manchas”, asegurando que es posible quemar grasa de manera localizada mediante ejercicios, dietas especiales, píldoras y suplementos. Sin embargo, la ciencia demuestra que este concepto es un mito, y aquí te explicamos por qué.

Nuestros cuerpos queman grasa de manera global

Nuestro cuerpo almacena grasa en forma de triglicéridos, que se utilizan como fuente de energía.

Durante el ejercicio, nuestros músculos no pueden acceder directamente a las reservas de grasa específicas, sino que movilizan ácidos grasos libres de todo el cuerpo. Por lo tanto, la pérdida de grasa proviene de diversas áreas y no de la zona que se dirige.

La genética y otros factores influyen

Factores como la genética, el género y la edad determinan dónde almacenamos y perdemos grasa. Nuestros genes pueden representar el 60% de la distribución de grasa, mientras que las mujeres tienden a perder peso primero en áreas como la cara, las pantorrillas y los brazos debido a su biología.

Pastillas y suplementos no son efectivos

El líder del programa de investigación del Centro Charles Perkins de la Universidad de Syfney, detalló a The Conversation que a menudo, los anuncios de píldoras y suplementos prometen resultados respaldados por “evidencia científica”, pero numerosos estudios independientes no respaldan estas afirmaciones. La mayoría de los suplementos no proporcionan una reducción clínicamente significativa del peso corporal.

En resumen, la “reducción de manchas” es un mito, ya que no podemos controlar la pérdida de grasa en áreas específicas. Sin embargo, podemos lograr resultados en áreas específicas al centrarnos en la pérdida general de grasa. La clave para perder peso con éxito a largo plazo radica en cambios graduales en el estilo de vida, como dieta, ejercicio y sueño, que se conviertan en hábitos sostenibles.