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Las diferentes comunas del país han enfrentado avances y retrocesos durante el Plan Paso a Paso. Al ser permitido por las autoridades, uno de los lugares que más se esperaban que abrieran eran los pubs y bares, especialmente en época de verano y vacaciones.

A pesar de las diferentes medidas que se han tomado para permitir la apertura segura de estos lugares, una nueva investigación publicada en la revista Journal of Studies on Alcohol and Drugs reveló que continúan representando un riesgo para la propagación de COVID-19.

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Para llegar a esta conclusión, científicos de la Universidad de Stirling en Escocia visitaron 29 bares para observar cómo funcionaban las diferentes medidas de seguridad en la vida real y su efectividad para frenar el avance de la enfermedad.

Los científicos estuvieron hasta dos horas analizando la configuración física y el comportamiento del personal y los clientes de cada local, descubriendo que, si bien muchas de las instalaciones se reestructuraron para adaptarse las pautas recomendadas, aún persistían problemas comunes.

El equipo observó que gran parte del riesgo fue por las tardes y noches, cuando los clientes bebían. En su estudio señalaron que el consumo de alcohol puede reduce las inhibiciones, afecta la audición, la visión y el juicio de una persona, dificultando física y socialmente el cumplimiento de las medidas de seguridad.

“Sin duda los riesgos se aplicarán de manera diferente en variados locales (…) Pero hay problemas muy reales en torno a la naturaleza social de los pubs y el factor alcohol que los hace diferentes de otros espacios públicos“, sostuvo Niamh Fitzgerald, quien dirigió el estudio, según consignó The Guardian.

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Si bien el estudio fue realizado en Escocia, sus resultados pueden extrapolarse a la realidad de otros países. Fitzgerald cree que estos locales podrían mitigar el riesgo al comunicar claramente las medidas y al crear una atmósfera de “autocontrol” entre los usuarios.

Sin embargo, a diferencia de los centros comerciales o supermercados, los bares y pubs son espacios intrínsecamente sociales, por lo que ciertos esfuerzos y medidas podrían resultar en menos clientes, lo cual dificulta a su vez que los dueños de estos lugares cumplan estrictamente ciertas medidas.

Muchos de ellos temen los efectos de permanecer cerrados o reducir la cantidad de clientes. Al respecto, Fitzgerald recalcó que “los gobiernos tal vez necesiten pensar en qué apoyo hay disponible para esas instalaciones, de modo que no se sientan obligados a abrir si realmente no creen que puedan operar de manera segura“.

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